Guillermo Ordoñez

El Espectador



La media maratón de Bogotá no para de sorprender. En apenas 15 años se ha convertido en un símbolo de la ciudad, tan reconocido e importante como Monserrate, la carrera 7ª, la Plaza de Bolívar, el Parque Simón Bolívar, la Zona Rosa, el ajiaco, el tamal con chocolate o sus dos grandes equipos de fútbol: Santa Fe y Millonarios.

La mejor prueba atlética de Latinoamérica ha crecido rápidamente y por su organización, difusión, logística, número de participantes, atletas de élite e integración de la ciudadanía ha recibido el reconocimiento Gold Label de la Federación Internacional de Atletismo, privilegio que tienen solamente 34 competencias de calle en el mundo.

Las cifras lo dicen todo. En la primera edición, en 2000, se necesitaron 2.300 personas en la organización; el año pasado fueron 5.120. De la participación, ni hablar. De los 24.820 hace 14 años, se pasó a 44.000 en 2014, una cifra que no seguirá en aumento, porque Correcaminos de Colombia, organizadora de la prueba, decidió limitar el número de inscripciones para ofrecerles mejores condiciones a los deportistas.

Además, la mmB no es un evento de un solo día. A su lado han aparecido decenas de competencias preparatorias de todo tipo y durante todo el año. Se podría decir que fue la mamá de las carreras en Colombia y la verdadera razón por la cual hoy podemos hablar en el país de una creciente cultura atlética.